Repruduzco una nota de la Revista Nueva del 17/07/05 por si desaparece. La revista se distribuye con diarios del interior.
Lo
ultimo a la cabeza
Marcapasos cerebral, implante
de chips, estimulacion de neuronas,
resonancia magnetica que registra la actividad cerebral
cuando dormimos, comemos o hacemos
el amor.
No son predicciones.
El futuro es hoy. Destacados
especialistas del pais y del mundo revelan
como la ciencia y la tecnologia se
ponen actualmente al servicio del paciente.
No
son pocos los adelantos científicos vinculados
al estudio del cerebro. Las revistas especializadas
abundan en artículos que hablan de la implementación
de tecnología para conocer cómo funciona
nuestra cabeza por dentro o novedosas terapias para
las patologías de siempre, entre una infinidad
de temas. A veces cuesta imaginar cómo funcionan.
Sin embargo, están más al alcance de
lo que pensamos y prometen cambiar nuestra vida para
siempre. Se aplican a estrategias de mercado, líneas
de belleza, prevención, diagnóstico
o tratamiento de enfermedades, y hasta al estudio
del comportamiento sexual.
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Amor
cerebral
¿Se ama sólo con el corazón?
Suena romántico, pero no es cierto. El cerebro
y su actividad guardan estrecha relación con
nuestro modo de amar. Según un reciente estudio
de investigadores de Nueva York y Nueva Jersey a partir
del escaneo de la actividad cerebral de “tortolitos”,
quien está enamorado percibe a su pareja como
a un alimento al cual hay que perseguir incansablemente.
“Las áreas del cerebro vinculadas a impulsos
como el hambre, la sed o los sentimientos de recompensa
que tenemos al comer, se activaron en estos individuos.
Esto demostraría que los sentimientos románticos
están basados en impulsos y no en emociones
como la felicidad. La persona amada actúa como
meta u objetivo, es decir, como el agua en el desierto”,
explica la doctora Lucy Brown, profesora del Albert
Einstein College of Medicine del Bronx.
También está demostrado que el buen
sexo activa determinadas áreas del cerebro,
que se mantienen inmutables si el placer es simulado.
Un grupo de científicos holandeses dirigidos
por Gert Holstege, neuroanatomista de la Universidad
de Groningen, Países Bajos, hizo la prueba
estudiando la actividad cerebral durante el orgasmo
femenino. “Cuando una mujer está sexualmente
estimulada, aquellas partes del cerebro vinculadas
a un estado de alerta, miedo o ansiedad, están
‘desenchufadas’, o sea, menos activas
que cuando realiza otra actividad. Esta ‘desconección’
es notable en una mujer que tiene un orgasmo y no
así en una que lo finge”, cuenta Holstege
desde su laboratorio, y destaca la importancia de
su investigación. “Es predecible que
en personas miedosas o ansiosas con problemas en alcanzar
un orgasmo, al tratar esos miedos o ansiedades, desaparezcan
sus disfunciones sexuales.”
Si
te he visto, sí me acuerdo
Gracias a un reciente estudio científico realizado
por investigadores argentinos y estadounidenses, se
sabe que cada persona o cosa que recordamos no está
representada por la actividad colectiva de cientos
de millones de neuronas como se creía, sino
por la de una sola. “Hay neuronas en el hipocampo
que responden al concepto abstracto de las cosas –o
personas–. Por ejemplo, una neurona va a responder
a distintas fotos de Halle Berry –una de las
imágenes utilizadas en el estudio–, más
allá de las diferencias físicas de las
fotos. O sea, que responde a la persona ‘Halle
Berry’ sin importar los detalles de la imagen.
Lo notable es que esta neurona en particular también
respondió al nombre escrito ‘Halle Berry’.
Es decir, tendemos a recordar rasgos generales de
las cosas y no los detalles. Esta capacidad de abstraer
–que muestran estas neuronas– es fundamental
para el aprendizaje y almacenamiento de memoria. Si
almacenáramos todos los detalles de lo que
vivimos, terminaríamos como Funes el memorioso,
del cuento de Borges, quien abrumado por detalles,
carece de la capacidad de abstraer y generalizar”,
manifiesta el Dr. Rodrigo Quian Quiroga, físico
argentino, lecturer –primer grado de profesor–
de la Universidad de Leicester de Inglaterra, quien
junto a su equipo estudió a pacientes con epilepsia
a quienes se les implantaron electrodos en su hipocampo
–región cerebral crucial para la buena
memoria–, los cuales le permitieron registrar
las respuestas de las neuronas ante determinados estímulos
visuales. “Nuestros pensamientos, sensaciones
y sentimientos dependen de los disparos eléctricos
de las neuronas en nuestro cerebro. Para poder recordar
algo, tienen que ser activadas las neuronas que representan
esa información en áreas específicas
del cerebro”, agrega el Dr. Gabriel Kreiman,
científico argentino del departamento del Cerebro
y Ciencias Cognitivas del Instituto de Tecnología
de Massachussets –MIT–, quien participó
de las investigaciones de Quian Quiroga.
Y si hablamos de memoria, en nuestro país crece
la cantidad de consultas por trastornos de memoria
en adultos jóvenes, cuya causa más frecuente
es el llamado “Trastorno por Déficit
de Atención – Hiperactividad”,
que afecta a quienes son distraídos desde su
infancia y, sobre todo, hiperactivos. Cuando a esto
se suma el estrés, la sobrecarga de actividad
o un episodio traumático, sufren un déficit
de memoria. “Hoy se sabe que este problema está
relacionado con una alteración en los circuitos
que comunican el lóbulo frontal del cerebro
con unos núcleos de sustancia gris llamados
ganglios basales. Hay sustancias neurotransmisoras
que están implicadas como la dopamina y la
noradrenalina”, explica el Dr. Angel Golimstok,
responsable de la Sección de Trastornos de
la Memoria del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Afortunadamente,“existen novedosos tratamientos
que comprenden el asesoramiento del paciente para
controlar sus síntomas, técnicas de
estimulación y control atencional, así
como nuevos medicamentos que actúan modulando
los neurotransmisores afectados”, cuenta el
Dr. Edgardo Cristiano, jefe del Servicio de Neurología
de la misma institución.
En
la cabeza de un adicto
El estudio de la actividad cerebral, también
permite conocer cómo funciona la cabeza de
un jugador compulsivo. Liderados por la licenciada
María Roca, un grupo de especialistas trabajó
con once adictos al juego, a partir de tests que evaluaban
las funciones ejecutivas: el control inhibitorio,
la memoria de trabajo y la toma de decisiones. “Se
encontró que tenían un proceso de toma
de decisiones deficiente, similar al hallado en pacientes
con daño en el lóbulo frontal. Y presentaron
dificultades en el control inhibitorio. El patrón
deficiente de toma de decisiones y de control inhibitorio
hallado, es parecido al de pacientes que abusan de
sustancias. Esto demuestra que los adictos al juego,
al igual que los adictos a las drogas, parecen ser
incapaces de pensar en las consecuencias de sus acciones
a largo plazo. Guían sus decisiones tratando
de obtener gratificación inmediata aunque la
misma traiga consecuencias negativas”, especifica
el Dr. Facundo Manes, profesor de Neurociencias Cognitivas
–UCA–.
Nada
se pierde,
todo se transforma
Si hablamos del futuro de la neurología, un
campo de incipiente desarrollo es el de la medicina
regenerativa, mediante la cual se prevé el
abordaje de terapias específicas para enfermedades
degenerativas y cuadros post-infarto. “El organismo
tiene mecanismos de regeneración que habitualmente
son pobres y deficientes y pueden ser complementados
por las denominadas células stem o troncales
capaces de producir tejidos u órganos, así
como de arreglar fallas en ellos. Estas células
tendrían la capacidad multipotencial de transformarse
en células diversas. Lo interesante es que
en el adulto pueden ser obtenidas de fuentes de fácil
acceso. Una de las principales es la médula
ósea. De esta manera, en un enfermo portador
de un daño neurológico, se podrían
obtener a través de una punción poco
invasiva, que inyectadas en el individuo en un momento
particular de su enfermedad se podrían diferenciar
en células cerebrales”, expone el Dr.
Pablo Argibay director del Instituto de Ciencias Básicas
y Medicina Experimental del Hospital Italiano, donde
se está desarrollando un programa de investigación
basado en el trasplante de células madre y
factores de crecimiento para pacientes con infarto
cerebral y esclerosis múltiple. “El proyecto
está en su etapa experimental. Ya se ha logrado
obtener células neurales a través del
tratamiento de células troncales de médula
ósea. En la etapa pre-clínica se prevé
desarrollar un modelo animal de esclerosis múltiple
el cual será tratado con células madre.
Una vez probada la seguridad del tratamiento experimental
y los beneficios funcionales, se tramitará
la autorización ante las autoridades sanitarias
para pasar a la etapa clínica con pacientes”,
anticipa el Dr. Cristiano.
Por otro lado, la neuro-plasticidad es otra de las
grandes promesas para la rehabilitación de
muchas enfermedades neurológicas. “Tiene
que ver con la capacidad de que algunas neuronas que
se encuentran en determinada parte del cerebro, puedan
aprender funciones que no les corresponden o funciones
que tenían otras neuronas que han muerto. Se
ha demostrado que hay neuronas que nacen y crecen,
inclusive en la edad adulta, pero ésta no es
una verdad universal, ya que corresponde a un pequeño
número de neuronas. Para la mayor parte de
nuestro cerebro aún sigue vigente el concepto
de que ‘neurona que se pierde, no se recupera’.
De todas maneras, que las que están alrededor
puedan adquirir la función de la neurona muerta,
o puedan incrementar su función, ya es un avance”,
aclara el Dr. Marcelo Merello, neurólogo, jefe
de la Sección de Movimientos Anormales de FLENI
y co-director del departamento de neurología
de la misma institución.
Tecnología
a la cabeza
También en lo que hace al diagnóstico,
los avances van de la mano de la tecnología,
y permiten conocer y detectar cosas antes nunca imaginadas.
“La tomografía por emisión de
positrones o PET es un estudio complejo y un tanto
invasivo –implica inyección de radioisótopos–
que permite determinar si un área del cerebro
se activa o no ante determinado estímulo, acción
o función, y así estudiar el cerebro
ya no desde el punto de vista estructural sino funcional.
Ya no estamos hablando de contar con una foto del
cerebro sino de una película sobre cómo
se va modificando su actividad. Esto nos da una idea
de función, pero no temporalidad, que sí
nos aporta hoy la resonancia magnética funcional,
mucho menos costosa, no invasiva, que permite estudiar
desde la intención hasta los recuerdos, la
diferencia entre el orgasmo femenino y masculino,
qué áreas del cerebro se activan cuando
una persona tiene sensaciones placenteras o displacenteras,
cuando tiene o no pensamientos religiosos”,
puntualiza Merello, quien comenta que en FLENI se
está trabajando en esta línea con pacientes
en coma, sobre su reacción ante imágenes
placenteras y caras familiares. “Las aplicaciones
son muy amplias y están dando lugar al surgimiento
del neuromarketing, que tiene que ver con la utilización
de estudios funcionales en favor de los de mercado”,
concluye el especialista del FLENI. La neuroeconomía
o neuromarketing nació en 2001, de la convergencia
entre la ciencia y los negocios. Su inventor es Joey
Reiman, gurú de la comunicación. Viene
a poner fin a los estudios de mercado a partir de
encuestas, ya que mediante tomografía por emisión
de positrones o resonancia magnética funcional,
es posible registrar la actividad cerebral cada vez
que una persona toma una decisión. Así,
conociendo qué mecanismos cerebrales determinan
que prefiera tal o cual producto, marca o envoltorio,
se pueden predecir hábitos de consumo.
Nuevos
aparatos
La nueva aparatología es, sin duda, una gran
ayuda para los médicos. Tal es el caso de un
equipo para diagnosticar de manera eficaz a pacientes
con trastornos de la movilidad y del equilibrio que
consultan por mareos, vértigo o inestabilidad
debidos a múltiples causas. “Se trata
de un equipo de estabilometría computarizada
diseñado por la NASA, que permite una evaluación
global del paciente con mareos o inestabilidad y que
puede también utilizarse como tratamiento para
la rehabilitación “a medida” de
cada persona”, señala el Dr. Guillermo
Videla, responsable de la Sección Trastornos
de la Marcha y Equilibrio del Hospital Italiano.
Por último, se habla de la posibilidad de implantar
un marcapasos en el cerebro de pacientes con depresiones
severas que no responden satisfactoriamente a medicación
y fisioterapia. Según relata desde Estados
Unidos la profesora Helen Mayberg de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Emory, una de las responsables
de este descubrimiento de expertos británicos,
en esas personas se registra una intensa actividad
cerebral en el sistema límbico –llamado
cerebro medio– y una baja en el lóbulo
frontal. Los investigadores se sirvieron de la tecnología
para estimular, a través de una descarga eléctrica,
determinadas zonas del cerebro, y fueron capaces de
equilibrar la actividad cerebral, aliviar la depresión
y mejorar el estado anímico, en un período
no posterior a un año.
Hace unos años, parecían inimaginables
y la sola idea de que fueran posibles, hacía
que uno “se agarrara la cabeza”, preso
de la incertidumbre. Pero estos son sólo algunos
de los adelantos científico-tecnológicos
que se ponen al servicio de la salud de nuestros cerebros
en nuestro país. Resta pensar que sólo
debemos preocuparnos por la fuga de cerebros. Los
que se quedan, están a salvo.
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